El muro “de democracia y de tolerancia" frente al avance de las posiciones ultraconservadoras al que se refirió el candidato a presidente del Gobierno en su discurso de investidura, a algunos, por momentos, se nos quedó corto. Nada más oír la frase se me vino a la mente la imagen de una muralla, es decir, no solo un elemento que sirve para sujetar una estructura superior, como pueda ser un tejado, o que proteja - del frio o del viento, de los animales…- y determine espacios, sino de un paramento mucho más sólido, más alto y más ancho que un muro, de materiales más robustos, de mayor alcance - que puede tener torreones - y que sirve de mejor manera para la defensa.
Sin duda, el candidato quiso ser moderado en la expresión, aunque se refirió con claridad a las amenazas a nuestra democracia, y yo pensé en los comportamientos excesivos de los “rodea Ferraz”, en el chorro de insultos y descalificaciones, a veces de gran calibre, que le dirigen continuamente, desde la tribuna de invitados del Congreso o en cada uno de los actos a los que acude, en cada una de las intervenciones que realiza, a las acusaciones gravísimas en el terreno democrático, como golpista o dictador - ¿estarán blanqueando los términos? -... Se me vinieron a la mente las imágenes de los imitadores nacionales de Trump, de Le Pen o de Orbán y los restos de los disparos en el techo de nuestro hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo tras, la visita de Tejero y los suyos. Recordé el asalto al Congreso de USA y el asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia a principios de este año 23.
Así que yo escuché muralla.
Pero cuando se refirió el candidato al bono alquiler, al alivio hipotecario, al transporte público gratuito, pensé en el poema de Nicolás Guillén, cuando escribió:
“Para hacer esta muralla tráiganme todas las manos…”
Y recordé los musicales “¡Tun, tun! “¿Quién es?”, “La paloma y el clavel!”, “Abre la muralla!”
“¡Tun, tun! “¿Quién es? “¡El alacrán y el ciempiés”, cierra la muralla!
Guillén proponía una muralla inteligente que se abriera o se cerrara según quien o qué tocara esos “tun, tun” en su puerta.
Con la sonoridad de Quilapayún o de Ana Belén y Víctor Manuel recordé a quien se abría la muralla, que iría desde la playa hasta el monte:
A la rosa y el clavel, la paloma y el laurel, al corazón del amigo, al viento y la hierbabuena…
Y a quien se cerraba:
al sable de don Manuel, al gusano y al ciempiés, al veneno y el puñal, al diente de la serpiente…
(De parte de Maria: https://www.youtube.com/watch?v=BJebLiBCykk)
Leemos en un documento del INAP [1] que el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Jose Luis Escrivá, ha propuesto un consenso sobre la transformación de la Administración General del Estado (AGE) - y a rebufo al resto de Administraciones Públicas - para fortalecer la captación de talento, evaluar mejor las políticas públicas y facilitar el acceso de la ciudadanía , expuesto en la Comisión de Hacienda y Función Pública del Congreso para conseguir que la Administración sea “más moderna e innovadora, mejor dotada de efectivos, que disponga de las herramientas tecnológicas que garanticen los derechos fundamentales de la ciudadanía, y con unos servicios públicos de calidad que sean más accesibles para todos”. La intención final es avanzar en los indicadores de buen gobierno, porque a pesar de la mejora de los últimos años “queda margen para seguir acercándose” a los países mejor posicionados, “los nórdicos, que es nuestra ambición”. Para cumplir ese obj
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