El titular, para un acto de inauguración, esta vez de los de los XXXIII Juegos Olímpicos, como el de ayer en París, podría haber sido “Magnífico”, “Increíble”, “Maravilloso”…así han titulado algunas personas cercanas en sus redes sociales. Y fue todo eso y además un derroche de complicidad con los valores universales, con la cultura diversa y con la empatía con tantos territorios y colectivos como los que desfilaron, saltaron, bailaron, cantaron, contemplaron….
Todo ello en y sobre el rio Sena, con un desfile de
barcos de todo porte y calado, llevando a bordo a un puñado o a cientos de
personas, según el territorio de cada cual, con la Tour Eiffel siempre
presente con su silueta real y otra construida al efecto sobre el terreno, con
la luz del día al principio y con un extraordinario colorido y una explosión de
destellos al final.
Tantos y tantas deportistas de élite, carpinteros, actores,
ingenieros, músicos, técnicos, guionistas, cantantes, patrones y marineros,
miembros de las fuerzas de seguridad…conjurados para que el planeta sintonizara
con una demostración pre olímpica con todos sus aros desplegados por esa competición
universal amistosa y pacífica.
¡Bienvenido ese reconocimiento continuo a colectivos tantas veces no suficientemente visibilizados! Por supuesto que me emocioné con las nuestras y los nuestros, con las que tinene posibilidades de conseguir metales y con las que van a poner todo de su parte para intentarlo, vivas imágenes del esfuerzo y la sana competición.
Hace mucho que no disfrutaba tanto de un acto similar.
Al final pensé que tal vez los políticos franceses, de la
nación, Emmanuel Macron, de la capital, Anne Hidalgo, habrían tenido algo que
ver en el impresionante ejercicio desarrollado, pero dado el tono de crispación
instalado en nuestro país casi podría ser interpretado como una provocación…pero
al final he pensado ¿y qué? o mejor…¡pues por eso!
¡Viva Francia, siempre París! ¡Incluso con la lluvia!
(Se me ha notado mucho el "mono" de esa gran ciudad, verdad?)
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