Dado el punto al que ha logrado llevarnos la estrategia partidaria de algunos y mediática en general, de polarización, populista o trumpista, o como la queramos llamar, se ha convertido en algo peligroso defender alguna iniciativa que venga de cualquier zona de la política o incluso, tan solo, comentar que no está tan mal esta o aquella propuesta o este o aquel “clima”, o que se percibe cierto cambio a mejor…
Hemos visto como
el catedrático y maestro Carles Ramio ha optado por corregirse tras su entrada
“Ahora es el momento de la gran transformación. Algo está a punto de suceder en
la administración”, en la que decía “No puedo dejar de tener la intuición (que
es la magia de los profesionales) que algo está a punto de suceder. Por primera
vez en unos treinta años de carrera profesional noto en el ambiente aires de
cambio en materia de gestión pública. Hay un extraño ambiente de calma que
es el preludio de una tormenta. De la tormenta eternamente esperada: la reforma
de la Administración pública”, con la posterior “Algo está a punto de (no)
suceder en la administración pública” en la que decía: “Algunos de los máximos
especialistas del país en la materia, amigos todos, contactaron conmigo preocupados
por mi salud mental. Su hipótesis, reforzada por algunos comentarios en las
redes sociales, es que o estaba de broma, practicando un humor cínico
(que sería algo extraño ya que yo milito con entusiasmo en la ironía, pero
rechazo frontalmente el cinismo) o me había vuelto loco.”
Los optimistas
tenemos que preludiar nuestros comentarios con explicaciones varias para poder decir que,
por ejemplo, el anteproyecto de Ley de Función Pública de Andalucía nos
parece acertado, y prepararnos para aguantar después todo tipo de comentarios - que ya
conocemos e incluso que hemos vivido en primera persona, peo que no nos apetece
recordar todo el rato – sobre que “el papel lo aguanta todo”, etc.
O afirmar que el tono
del ministro Iceta nos ha gustado en su intervención en la Comisión de Política
Territorial y Función Pública del 18 de marzo, que presidía la que fuera
ministra y antes presidenta de la AEVAL, María Luisa Carcedo. Allá va el preludio: desde
luego que he oído discursos mejor articulados sobre la reforma de la
Administración Pública…, que ya hemos aprendido lo que vale “un EBEP” – que
es la nueva unidad de medición de las reformas – o que tantas iniciativas se han quedado en el tintero hasta que a alguien se le ocurra que los
gobiernos tienen la obligación de cumplir las leyes mientras estén en vigor….
etc.
Miquel Iceta ha hablado
de DPP, de selección, de temporalidad…como le tocaba, porque para eso es el
titular de la cosa. Y hay que dar la bienvenida al tono que empleó y a sus
actos: desde la ADPP le hemos pedido una entrevista para trasladarle el
modelo abierto que defendemos, alejado de capturas de cualquier
tipo y color y basado en habilidades, competencias y experiencia, ¡y nos ha
contestado educadamente!
En el punto en el
que estamos, no nos chocó escuchar críticas al moderado discurso del ministro de
Administraciones Públicas y Política Territorial, por parte de portavoces de
partidos que, en los territorios en los que gobiernan, están haciendo lo
contrario de lo que objetaron, con argumentos como que, eso de la DPP es huir
de lo público…. Pero, al parecer, esa es la nueva normalidad: no hemos de
congratularnos de nada, incluso aunque parezca que está en la línea de lo que pensábamos
o proponíamos, y dígame lo que quiera sobre lo que sea, aunque yo mismo lo haya
defendido a veces o incluso lo esté haciendo, y le argumentaré lo contrario, airadamente
si se descuida.
Pues va a ser que
algunos no vamos a acostumbrarnos a esa nueva normalidad…moderadamente.
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