El Congreso de los Diputados ha tenido estos días un espacio de relieve en el que el presidente Emiliano García-Page ha participado en el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha. Y como siempre cuando aparece algo de relieve de aquella Región, en la que viví una época inolvidable – hace tanto tiempo que su hoy presidente aún era un joven, eso sí, muy interesado en asuntos políticos - he estado muy atento a lo que se ha analizado.
García-Page ha defendido una reforma que nace de “un consenso amplísimo, con el gran objetivo de hacer mejor a España” según sus palabras. Y ha valorado que esta tramitación parlamentaria permita elevar “al máximo rango legal el blindaje del estado del bienestar que durante estos últimos 40 años hemos ido construyendo” en la Comunidad Autónoma.
“La Constitución nos trajo una mezcla preciosa de diversidad, que alimenta y enriquece el crecimiento, y unidad en lo esencial, igualdad en definitiva en los grandes servicios públicos”, ha dicho.
La reforma cuenta con un “100 por cien” del respaldo “de los que creemos en el Estado constitucional autonómico”, ha subrayado en el hemiciclo del Congreso de los Diputados.
“El estado de las autonomías no vino para hacer, ni más grande, ni más pequeña a España, vino simplemente para hacerla mejor, y con este Estatuto creemos que contribuimos a ese gran objetivo”, ha expuesto García-Page durante su intervención en la Cámara Baja, en la que ha incidido en que se trata de “un proyecto plenamente leal al texto, al fondo, y leal al espíritu de la Constitución”, al igual que lo ha sido “toda la andadura autonómica” en Castilla-La Mancha.
Aun bien arraigado en Illes Balears, esta tierra en la que llevo viviendo más de 20 años, durante los que han nacido y crecido mis nietos, algunos ya universitarios, para la que he trabajado en sus instituciones públicas de todos los niveles competenciales - Delegación del Gobierno de España, Govern de les Illes Balears, Consell de Mallorca y Ajuntament de Calviá -, todavía aparece la añoranza de aquella mini ciudad ideal que era “Los Cantos”, cerca de Bargas, y los asuntos que tuve la oportunidad de tratar, entre otros destinos, desde el muy austero Palacio de Fuensalida, sede de la presidencia, entonces con José Bono.
Leo en una entrada de la fundación COTEC que – casi textual - según datos del INE, la evolución de la inversión en I+D en España, correspondiente a 2023 creció por noveno año consecutivo, alcanzó la cifra récord de 22.400 millones de euros, creció un 15,8% respecto a 2022, la segunda mayor subida de la serie histórica (en 2006 creció un 15,9%). En cuanto a la mirada territorial, la inversión creció en todas las comunidades autónomas (en 15 a doble dígito, en 5 por encima del 20%, si bien, Madrid y Cataluña concentraron la mitad del crecimiento), y representó un 1,49% del PIB. Si se lograra mantener un ritmo similar de crecimiento los próximos cuatro años, se alcanzaría el 2,12% del PIB en 2027, objetivo marcado por la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación. Y creció un 16% tanto en el sector público (9.701 millones de euros, 0,65% del PIB) como en el sector privado (récord de 12.678 millones de euros, 0,85% del PIB). Eso sí, todo este crecimiento está estrechamen...
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