Hace algunas semanas que estoy leyendo y hablando con colegas sobre la Tercera Nueva Gestión Pública (3raNGP) en el mundo local y he observado que hay, al menos, tres maneras de
abordar el asunto: por un lado, si decidimos que la 3raNGP es un
camino por el que transitará una organización hasta llegar a un lugar
diferente y mejor; por otro, si la 3raNGP es la meta o el lugar al que queremos
llegar, que queremos alcanzar, como organización; y finalmente, si pensamos que la 3raNGP es el
vehículo que utilizaremos en ese recorrido que nos permitirá llegar desde donde estamos al lugar soñado. Y he visto que, cada una de las
opciones presenta perfiles de gran interés.
Cuando la consideramos como un camino aparece con fuerza el asunto de los tiempos
que vamos a necesitar y otros temas externos, más físicos, como los en
relación con el terreno – los recursos, por ejemplo -, la climatología – el
contexto político, tal vez -, etc. Cuando lo consideramos como un lugar,
entra más en juego la imaginación y se muestran más los aspectos de modelos
– la gobernanza quizá -, los intangibles – los valores, pudiera ser -, etc.; y
cuando lo consideramos como un vehículo, aparecen más los elementos
de equipamiento internos relacionados con la propia organización – como la selección
de personas, incluidas las directivas, la evaluación del desempeño, …-
Asi que, me he dado
cuenta de que si nos ponemos en la imagen del vehículo - pensemos en una
pequeña furgoneta de transporte de personas -, es más fácil visualizar lo
que debe ser o lo que no será la 3raNGP porque todo el mundo sabe lo que es
un volante, las luces, las ruedas, - hace poco Concepción Campos hablaba de
motores y de frenos - etc.
Y ya, puestos a suponer, pensemos que
hubiera una red de ITV de organizaciones públicas que tuvieran
que comprobar la situación del vehículo / organización, al año de cada
cambio de mandato.
Imaginemos, en esa línea, que la
EVALUACION son el estado de las ruedas, y que tenemos
cuatro, una rueda por cada tipo de evaluación: de políticas públicas,
de organizaciones, de servicios y de personas, del desempeño, por ejemplo.
Mi pregunta es ¿Cuántas organizaciones desarrollan cuatro tipos de evaluaciones
y, por consiguiente, podrían avanzar con cuatro ruedas, y cuantas solo pueden
deslizarse sobre la parte de abajo del chasis? Imaginemos que el
LIDERAZGO son el volante y las luces y nos preguntamos, ¿Qué organizaciones
pueden asegurar que sus decisores tienen las competencias
necesarias o se han dotado de personas directivas públicas
competentes y, por lo tanto, tienen movilidad? Y si la GESTION DE
PERSONAS, incluida una selección inteligente como realiza
la EPSO, fuera el motor, ¿Cuántas organizaciones deberán avanzar
empujando a mano el coche? ¿Y si la INTEGRIDAD fueran
las normas y el carnet de conducir? ¿Y si la ESCUCHA
INTERNA Y EXTERNA, y la interoperabilidad fueran todos los cables y
conducciones? ¿Cuántas
organizaciones pasarían esa ITV?
¿Nos hacemos una idea de las condiciones
en las que están “nuestros vehículos” y de los riesgos que estamos corriendo?
Y porque tenemos a los viajeros
cautivos…
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