Recuerdo bien mis primeras clases en la Dehesa de La Villa, el edificio de la Escuela de Cine, hoy Instituto de RTVE, más allá del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, donde comenzamos las primeras promociones de Ciencias de la Información, mientras se definía y se construía el nuevo edificio.
Muchas veces bajaba desde “la Prospe” con mi compañera Mariajo
Ruiz Fité en autobús y otras en metro con Rafa Quílez, algo más de una hora de
puerta a puerta, de buena conversación.
Aquel edificio estaba rodeado de pinos bien crecidos y de
praderitas verdes donde hacíamos tertulia.
Terminé los últimos años en el nuevo edificio, frente a
Farmacia, justo antes del Paraninfo. Allí me invitaron a presentarme al Premio
Extraordinario Fin de Carrera e hice mi doctorado con el profesor Pedro Orive
Riva, cántabro, que llegaría a ser Decano.
Allí hice mi Tesina sobre comunicación universitaria y años
después defendí mi Tesis doctoral, sobre un modelo de empresa pública
audiovisual, obteniendo un “cum laude”.
Mi vinculación con aquella magnífica universidad se extendió
también a mis colaboraciones con tutorías y a la publicación de la revista
universitaria “Zoco”, en el Colegio Mayor San Juan Evangelista, y a la
colaboración con Radio Juventud y con Radio Nacional de España en el programa
“Tiempo de Universidad”.
Mucho tiempo después seguí formándome en la universidad,
esta vez en la Universitat Oberta de Catalunya, privada con títulos oficiales.
Fue toda una experiencia recibir formación on line de alta calidad en EFQM y Auditoría
de Calidad en el curso sobre Planificación y Dirección de la Calidad.
Y en el 2009 voví a la UCM a hacer un Experto Universitario
en Evaluación de Políticas Públicas.
Y en todo ese tiempo y hasta ahora he colaborado en el
consejo de Calidad de la Miguel Hernández, de Elche, dado clase en varias
ediciones de un master en la pública de Illes Balears, la UIB, y en la Rey Juan
Carlos, de Madrid, en la de Alcalá de Henares, en la Camilo José Cela…
Mantener bajo mínimos presupuestarios a las universidades,
en general, no es bueno para el país, ni para ninguna clase social o estamento
de poder.
Hace poco leí que el déficit estructural de las
universidades públicas madrileñas es muy significativo. En 2009, el gobierno de
la CAM dedicó 1.058 millones de euros a las transferencias corrientes de fondos
a esos centros y 15 años después el aumento se cifraba en un 6%, cuando la
inflación en ese periodo de tiempo ha sido del 34%.
Los rectores afirman que necesitan 200 millones más para
compensar los fondos perdidos durante más de una década. Hace años tuvieron que
recurrir a los tribunales para recibir los 456 millones comprometidos años
atrás por el Gobierno de Esperanza Aguirre.
En la CAM, el 58% de los alumnos cursa estudios en las
universidades públicas y el 10% en la UNED y centros adscritos a las públicas.
Los estudiantes de las privadas, incluidos los centros propiedad de la Iglesia,
son el 28%.
“Toda la izquierda tiene colonizada la universidad pública
Complutense de Madrid”, dijo una dirigente conservadora hace poco y añadió que
aquella universidad “reparte los títulos como churros”.
Madrid es la comunidad que menos invierte en educación pública por alumno y la que tiene menores sueldos medios para sus profesores, teniendo en cuenta el elevado coste de la vida de la región. “La perplejidad aumenta cuando apreciamos que no existe una alternativa a la universidad pública, cuando advertimos que la universidad privada de nuestra comunidad no cuenta con reconocimiento internacional y carece de las elevadas exigencias de calidad y control que, sin embargo, sí cumple la pública”, ha escrito Antonio Rivera, director del Departamento de Filosofía y Sociedad de la Complutense.
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