En días pasados publiqué una entrada en la que comentaba las descalificaciones de un partido político sobre la reducción del paro en España ya que, se afirmaba, las cifras estaban “dopadas” porque se había incluido en ellas el empleo público creado “en detrimento del privado", gasto que, se añadía, era “estructural, que se va a consolidar".
Ante la terrorífica advertencia de ese partido
“del que usted me habla” me permití buscar estadísticas para ver el tamaño del
horror que se describía y contemplé - una vez más, ya había visto el dato en
otras ocasiones – que España, en porcentaje de empleados públicos, está por debajo de la media de la OCDE y que por encima están muchos de los países
a los que queremos parecernos, en ocasiones – como en la comparación con Suecia
y Dinamarca – casi a la mitad.
Muy seguidor de Víctor Lapuente - al que en la
ADPP tuvimos el honor de tener como conferenciante en nuestro 2do Congreso
Global de Dirección Pública Profesional los pasados 2 y 3 de diciembre de 2021
- repaso su trabajo sobre European Quality of Government Index[1]
y observo que la regla se vuelve a cumplir: los países – por agrupación de sus
regiones, que es así como se elabora - que figuran en la zona alta de su
tabla de Calidad de Gobierno, son también los de referencia para
nosotros en materia de gestión pública, en un enorme porcentaje.
Salir de esa zona en la que algunos señalan se
encuentran nuestros servicios públicos[2]
pasa, sin duda, por fortalecerlos, y eso significa incorporar más
talento – modernizando el sistema de selección, en línea con lo que señala
la Comisión de Reforma -, rejuvenecer la plantillas – poco más del 5% de los empleados públicos tienen entre 18 y
34 años, “frente al promedio de la OCDE, que es cuatro veces mayor para
esta franja de edad”[3]
-, e incrementar el número de efectivos – en 2 puntos hasta llegar a la
media de la OCDE, en 6 puntos hasta llegar al nivel de Francia, o
en 12 y 13 hasta alcanzar el nivel de Dinamarca o Suecia -.
La salida de la crisis por la COVID19 no puede ser a costa del agotamiento de profesionales públicos, como los sanitarios – ya de todas las esferas, no sólo de la hospitalaria -, o los docentes… que en algunas regiones de nuestro país están muy en precario.
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